Esta técnica procede de Mesopotamia del 3300 A.C, aunque los egipcios fueron los que la expandieron por el mundo sobre el 2200 A.C. (Hij hama). Más adelante fue adoptada por la medicina tradicional chinca como por el resto del mundo.
Consiste en adherir las ventosas a la piel en los puntos clave o de dolor.
Al aplicar la ventosa se concentra Sangre y energía en un punto que causa una descongestión parcial en la zona, logrando diversos efectos positivos, como la libre circulación del Qi (energía).
Frecuentemente, se combina con masaje para lograr unos mejores resultados.